4 ago 2014

Esencia en el atardecer

Espejo de árboles
la luna de prisma
el sol de chimenea
tejiendo mi ser

Sus ojos el reflejo
su luz un camino
y sus labios
el calor del atardecer

Como olvidar la aurora,
plantada en mis manos
Como olvidar su esencia,
plasmada en mi ser

M.GoEs

2 ago 2014

Es verdad

¡Ay qué trabajo me cuesta quererte como te quiero!

Por tu amor me duele el aire,
el corazón
y el sombrero.

¿Quién me compraría a mí
este cintillo que tengo
y esta tristeza de hilo
blanco, para hacer pañuelos?

¡Ay que trabajo me cuesta quererte como te quiero!


Federico García Lorca

13 jun 2014

No te enamores...

"No te enamores de una mujer que lee, de una mujer que siente demasiado, de una mujer que escribe.....
No te enamores de una mujer culta, maga, delirante, loca.
No te enamores de una mujer que piensa, que sabe lo que sabe y además sabe volar; una mujer segura de sí misma
No te enamores de una mujer que se ríe o llora haciendo el amor, que sabe convertir en espíritu su carne; y mucho menos de una que ame la poesía (esas son las más peligrosas), o que se quede media hora contemplando una pintura y no sepa vivir sin la música.
No te enamores de una mujer a la que le interese la política y que sea rebelde y vertigue un inmenso horror por las injusticias. Una a la que no le guste ver televisión.
Ni de una mujer que es bella sin importar las características de su cara y de su cuerpo.
No te enamores de una mujer intensa, lúdica, lúcida e irreverente.
No quieras enamorarte de una mujer así.
Porque cuando te enamoras de una mujer como esa, se quede ella contigo o no, te ame ella o no, de ella, de una mujer así.... jamás se regresa"

Martha Rivera Garrido, poeta dominicana.
Fotografía: Atardecer en carretera. Megoes

17 may 2014

Amor a primera vista


Un poema de la poetisa polaca Wislawa Szymborska.


Ambos están convencidos
de que los ha unido un sentimiento repentino.
Es hermosa, esa seguridad
pero la inseguridad es más hermsoa.
Imaginan que como antes no se conocían
no había sucedido nada entre ellos.
Pero ¿Que decir de las calles, las esclaeras, 
en los que hace tiempo podrían haberse cruzado?
Me gustaría preguntarles
si no recuerdan
—quizá un encuentro frente a frente
alguna vez en una puerta giratoria,
o algún «lo siento»
o el sonido de «se ha equivocado» en el teléfono—,
pero conozco su respuesta.
No recuerdan.
Se sorprenderían
de saber que ya hace mucho tiempo
que la casualidad juega con ellos,
una casualidad no del todo preparada
para convertirse en su destino,
que los acercaba y alejaba,
que se interponía en su camino
y que conteniendo la risa
se apartaba a un lado.
Hubo signos, señales,
pero qué hacer si no eran comprensibles.
¿No habrá revoloteado
una hoja de un hombro a otro
hace tres años
o incluso el último martes?
Hubo algo perdido y encontrado.
Quién sabe si alguna pelota
en los matorrales de la infancia.
Hubo picaportes y timbres
en los que un tacto
se sobrepuso a otro tacto.
Maletas, una junto a otra, en una consigna.
Quizá una cierta noche el mismo sueño
desaparecido inmediatamente después de despertar.
Todo principio
no es más que una continuación,
y el libro de los acontecimientos
se encuentra siempre abierto a la mitad